A veces me pregunto por qué las personas que, en el pleno ejercicio de su libertad, no quieren vacunarse, se dedican a intentar justificarse a sí mismos dando ‘la brasa digital’ a los millones de ciudadanos del mundo entero que han dado un paso al frente por razones de salud pública, por la protección de sus familias o el amor a esa vida que ellos, los llamados negacionistas, aseguran vamos a perder en aras de una sociedad que ahora han dado en llamar distópica y que intentan explicar de forma falaz vinculando el pasaporte covid a los procesos de digitalización.
PUES, EN EL BOLSILLO LLEVAMOS EL DNI
De siempre es sabido que la ignorancia no sólo es soberbia, sino que lleva aparejado un miedo por lo desconocido que invita a difundir teorías que carecen de lógica y que otros en similares circunstancias reciben y redifunden con orgullo, convencidos de que tienen información que la mayoría desconocen o eluden. Y lo digo porque todas esas personas que ven un futuro distópico por la generalización del uso del pasaporte Covid, tal vez olvidan que, en España, desde 1951 se utiliza el Documento Nacional de Identidad para todo, incluso para entrar en muchos edificios, para sacarte un abono transporte, para hacer la compra online o para pedir una consulta de estética: para todo.
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